Dichato, Reportaje fotográfico

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campamento el molino 

Desde el terremoto y tsunami del 2010, al 2014 



Fotos y textos

Alejandro Zoñez Venegas 

Periodista y Fotógrafo



Para más de un tercio de Chile el terremoto del 2010 duró algunos minutos. El movimiento desestabilizó placas tectónicas y la vida diaria en muchos hogares, pero al cabo de algunas semanas, el trabajo, la escuela y los quehaceres en la casa volvían a la normalidad. 

Sin embargo, en Dichato, Constitución, Duao y otros lugares de la costa, el movimiento telúrico duró meses y también años.

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Estas imágenes tratan de ese proceso, vivido en el principal balneario de la Región del Biobío. Era 2010, y el terremoto y tsunami en Dichato duró todo ese año, el 2011, el 2012, 2013 y también gran parte del 2014. Las olas no cesaron en la madrugada de ese 27 de febrero, sino que iban y venían, una y otra vez en las mentes de los dichatinos, durante todo ese tiempo y quizá más. 


Sin embargo, los cerros de los alrededores comenzaron a despertar algún tipo de esperanza. La altura no sólo permitía estar a salvo de una nueva embestida marítima llegado el caso, sino que también otorgaba la posibilidad de acercarse a la ayuda, que provenía de personas comunes y corrientes, que no podían llegar al pueblo mismo, pero sí a las inmediaciones. 

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De esta forma y poco a poco, comenzó a funcionar un pequeño asentamiento en el sector denominado como El Molino, la última de las colinas antes de llegar a la playa. Se decidió entonces, utilizar el terreno para levantar un campamento de emergencia; paneles, zinc, clavos, ventanas, militares, voluntarios y también los propios damnificados se dieron a la tarea de ganarle al asecho del invierno. En pocos meses, los dichatinos contaban ya con sus mediaaguas, que como un endeble barco en el océano, trataba de batallar contra el crudo invierno. 


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Sin embargo, también pasó todo el 2010 y parte del 2011 y las respuestas del gobierno no llegaban nunca. Sin soluciones a la vista, los pobladores de El Molino debieron presionar, tomándose la ruta de acceso, haciendo barricadas y enfrentándose con Carabineros. 



La idea de un campamento de emergencia era justamente eso, y que no se perpetuara en el tiempo. Fueron días de tensión, violencia y altercados en que nadie ganó, sino que sólo se logró lo que estaba pactado de antemano. 

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En los días posteriores, los niños comenzaron a jugar en los pasajes, el barro se fue disipando bajo del ripio, aparecieron negocios, un jardín infantil; en apariencia, la vida comenzó a hacerse un poco más llevadera como un signo de habitualidad, que marcó el asentamiento del campamento casi como un pueblo. 

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Sin embargo y silenciosamente, en los terrenos frente a El Molino, comenzaba a levantarse el sueño de la vivienda definitiva para los dichatinos que habitaban el campamento de emergencia. Terrenos privados, fueron el escenario de arduas faenas; primero para estabilizar el terreno, compuesto de arcilla, después para los trabajos de urbanización y después para instalar las casas de paneles y habitaciones prefabricadas.

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El proceso fue lento, a veces tedioso y trabado. No obstante, mientras los brotes del nuevo conjunto habitacional salían a la luz, el campamento iniciaba su pausada e irremediable agonía. 

En febrero del 2013 se inauguró la Villa Horizonte, con casas definitivas para los damnificados. El proceso había comenzado el año antes y el cierre definitivo del que fuera el mayor campamento de emergencia post terremoto y tsunami en Chile, tardó otro año más. En abril del 2014, la última vivienda habitada fue abandonada para siempre por sus moradores, que se trasladaron a su casa definitiva. 






El desarme, fue un hito silencioso y simbólico; así mismo como empezó, de manera sigilosa, sin ceremonias, ni flashes de cámaras, se terminó una historia en una tierra que no solo dio cobijo al dolor de más de 3 mil personas que lo perdieron todo el 2010, sino que también a la esperanza de nuevos años en mejores condiciones.

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